noviembre 28, 2006

PIT ER PAT y THE ALBUM LEAF @ Cultural Roots, 2 de diciembre


Después de un año bastante agitado en cuestión de conciertos, Diciembre llega tranquilo, cerrando con un saldo neutro de muchos eventos pero poca calidad en promedio. Esto lo intentarán remediar dos grandes bandas, The Album Leaf y Pit er Pat, el 2 de diciembre en el Cultural Roots (Tacuba 81, Centro Histórico).

The Album Leaf es el instrumento imaginativo del guitarrista Jimmy Lavelle, constructor de atmósferas intricadas y placenteras. Un verdadero coleccionista de intimidades sónicas, cercanas al preciosismo de Sigur Rós y la sensibilidad de Lambchop o incluso los Tindersticks.

Pit er Pat, por su parte, son un trío experimental formado en Chicago, que desde hace tres años apuesta por la reinvención del free jazz haciéndolo accesible con una actitud más rockera, como si Medeski, Martin & Wood hubieran tomado el diplomado intensivo de Neil Young en el conservatorio.

Antes de esto, tomarán el escenario tres bandas teloneras: Austin TV, Childs y Les Tragiques!

Se recomienda llegar temprano sólo si es usted un masoquista irredento. El acceso al Cultural Roots es una experiencia funesta, y las bandas abridoras... pues digamos que no emocionan, hechos que probablemente serán recompensados con creces al tocar las bandas estadunidenses, que no pueden dejar de verse. Este concierto es una oportunidad inaudita en la ciudad.

ps. Se presentarán también el primero de diciembre en Guadalajara, en el FBolko (av. El Colli 5215), con los teloneros Dragon y Everything But Towels.

PEACHES @ Carranza, 7 de diciembre


¡Peaches regresa y más sucia que nunca! la verdad no me consta pero espero que así sea, aunque si nos guiamos por las letras de su nuevo disco Impeach my bush, así será. Lo que sí es un hecho es que en esta gira trae banda en vivo y lo que es aún mejor es que JD Samson (la chica bigotona que parece chico) de Le Tigre es parte de esa banda yay!!!
Su servidora está tan emocionada como estaba preocupada por esta presentación ya que no encontraba dónde vendían los boletos ni cuánto cuestan, pero ahora posteo esta noticia con una sonrisa algo kinky en la cara, ya que descubrí vía myspace que Peaches cambió su tour en México:
-Ya no irá a Guadalajara, sino a Acapulco (?) el 8.
-Monterrey el 9 en McMullen.
-Tijuana 10 de diciembre en El Foro.
El show del D.F. cambió de lugar y ahora será en el Carranza (Venustiano Carranza 25, Centro) el jueves 7 de diciembre a las 11:00 p.m. y no en el Salón 21 como se había avisado.
Los boletos no los encontrarán en Ticketmaster (ya pueden dejar de ir diario a Mixup a preguntar por los boletos como yo hice durante las últimas dos semanas), sino en Smarticket, la entrada general cuesta $250 y la VIP $620 e incluye drinks de cortesía y según la página de Smarticket *convivencia con el artista*, no sé a qué se refieran con eso, ¿será un mosh pit VIP?, ¿un privado?, ¿nos subirán al escenario? o simplemente a unos cuantos suertudos les tocará que Peaches haga body surf sobre ellos, porque he de presumir que en el show del año pasado tuve la suerte de que su muslo empapado en sudor pasara sobre mi cara dándome senda cachetada... fue mágico.
He ahí la info necesaria para los fans from hell, que como yo, no quieren perderse este show electro punk por nada del mundo, o simplemente para cualquiera que quiera bailar hasta deshidratarse mientras ve un show que bien podría presentarse en cualquier sex shop, si eso fuera posible. (Nota mental: hacer toquines en sex shops.)
¡Los veo en el Carranza!

DISCO NUEVO
Public Warning, Lady Sovereign







Public warning
Lady Sovereign
2006, Def Jam
Género: hip-hop


MAKE WAY FOR THE S-O-V!!!

Esta pequeña inglesa no tiene una mejor manera de anunciarse, su grito característico tiene toda la razón de serlo, a sus escasos 20 años y 1.55 cm. de estatura llega con todo después de emocionarnos (por lo menos a mi sí) con el EP Vertically Challenged el año pasado, realmente esperaba con ansias el escuchar las canciones que acompañarían a las fiesteras "random" "ch-ching" y "hoodie" y he de decir que realmente valió la pena la espera, las diez canciones restantes tienen la misma calidad y punch que los sencillos anteriores.
Algo característico de este disco (además de lo curioso que es escuchar rapear a una chica inglesa, todo un reto al oído) es el sentido del humor de Lady Sov que aplica casi en todos los tracks en los cuales deja claro que ella no tiene la mínima intención de convertirse en la siguiente Britney y que no cambiará su estilo por nada del mundo, además de burlarse de las mujeres que se esfuerzan en ser falsas para ser famosas:

You tried to be Christina so ya died ya hair black,
but really you looked like the Vicar of Dibley... wot?... on crack!!!
(...)
Bring out the detergent, scrub that oompa loompa it´s urgent,
have you seen her face? it´s disturbin´!
how much fake tan are ya squirtin´?
it´s hurtin´ my eyes it´s startin´ to look like a sunrise.
Tango
I'm fat I need a diet
Nah in fact I'm just too light
and I ain´t got the biggest breast-s-s
But I wrote all the best disses
I got hairy armpits
But I don't walk around like this
I wear a big baggy T-shirt
That hides that nasty shit
Love me or hate me
Además de burlarse de las mujeres chic, también toca el tema nacionalista en "My England" pero de una manera inusual, en donde reconoce y admira los defectos de su país natal, en "Those were the days" cuenta orgullosamente con un beat más calmado la historia de su infancia y todo lo que tuvo que pasar para llegar a ser la dama soberana (ja!) que es hoy, el último track es un remix de "Love me or hate me" con la mismísima Missy Elliott, altamente recomendable.
Louise Amanda Harman (créanlo o no, ese es su verdadero nombre) es la primera rapera no americana en ser firmada por Def Jam records y fue un gran acierto, porque además de tener la música tiene toda la actitud necesaria para sobrevivir en el mundo del hip-hop, y si eso se tiene a los 20 años sólo puede ponerse mejor después. A ella le sobra actitud y una vez teniendo eso, todo lo demás fluye, y con Lady Sovereign todo fluye en una armonía de rimas en la autonombrada biggest white midget in the game.

DISCO NUEVO
9, Damien Rice





9
Damien Rice
2006, 14th Floor
Género: Indie, Folk, Acoustic



Uno pensaría que al irlandés que vive en Leamington Spa, que comenzó humildemente abriendo los conciertos de Kathryn Williams (todos los "fans" de Closer en la casa: ¿han escuchado a/de Kathryn Williams?), el éxito posterior a The Blower's Daughter y O, además de la arrolladora popularidad del primer y segundo disco de ese imitador posh que es James Blunt, un segundo disco sería catástrofe absoluta. Uno pensaría.

Pero hay quienes entienden que la sencillez puede ser consecuencia del talento verdadero y de una capacidad expresiva sin maquillaje. El nuevo disco de Damien Rice, en las primeras escuchadas, podría parecer una verdadera belleza: en el mismo tenor que O y sus B Sides, 9 está armado por 10 piezas que, sí, por supuesto, faltaba más -estamos a finales del 2006- abreva del folk eléctrico del papá Tim y el junior Jeff Buckley, quizás aspira a los lúcidos momentos de un Dylan, quizás sueña con lograr el lirismo y la gama vocal de un penúltimo Nick Cave; quizás desea el estatus de culto miserabilista de un Elliott Smith. Y sí, nadie se cree aquello de que el album se haya "filtrado" por el Internet antes de su salida comercial: hace tiempo que perdimos la inocencia napsteriana. Sin duda, el nuevo disco de Damien Rice aspira a la grandeza comercial, a las compras masivas navideñas, a la apuesta fácil de novedá para el niño para la niña.

Sin embargo, no escuchen el esnobismo amargueta de los que salvaguardan los panteones indies: en tiempos donde Take That vuelve a dar la vuelta al mundo y Oasis sigue apareciendo en titulares, el que Damien Rice haya podido armar un disco con estas tesituras es verdaderamente admirable.

Con una preeminencia de la guitarra acústica, susurrante pero frontal, el piano y la todavía dulcísima voz de Lisa Hannigan, 9 ofrece una narrativa furiosa que combina dulzura y rabia, celos y ensoñación, brutalidad y caricia. Piezas como The Animals Were Gone y Sleep Don't Weep recogen la probada estética de su sencillo más famoso, pero logran transmitir todavía el deseo por explorar las posibilidades de traducción del amor atormentado a través de la modulación vocal, del juego con el volumen y el silencio, del espacio vacío, enorme, de fondo, como abismo, como arena de circo sin red de protección.

En el mismo tenor pero más decididas a dejar atrás la eterna repetición de lo mismo son la autopística (si es que se me permite la invención del adjetivo) Dogs, una canción hecha road movie, hermana gemela de una The Boy With The Bubblegum de Tom McRae, o Accidental Babies, que en el piano evoca a Rufus y hasta Antony, o Me, My Yoke, And I, que hace del slide un patrón percusivo que recuerda los momentos más brillantes del O. 9 Crimes, el primer sencillo del disco, que apenas apareció ayer con una bellísima versión puramente acústica de un himno al desencuentro y la peripecia amorosa que es The Rat Within The Grain en su transparente lado B, funciona como un homenaje a Kathryn Williams mezclado con toda la estética del Bright Eyes acústico, con la voz de Lisa Hannigan llevando la batuta y creando un contrapunto luz/oscuridad profundísimo y que prueba la capacidad magistral de Rice para hacer canciones bellas, simples, y, por momentos, profundas.

Y sí, en el ámbito del indie folkie uno se pregunta por qué James Blunt vende tantos discos o por qué el O fue semejante éxito -relativo, queda claro- en las tiendas de discos y librerías, existiendo gente como Bonnie 'Prince' Billy (que sacó disco nuevo apenas hace un mes, por ejemplo, sin lograr para nada la notoriedad de la segunda entrega de Rice) o, incluso, Tom McRae, que haciendo música en el mismo ámbito, bella y digerible al mismo tiempo, han sido incapaces de lograr lo mismo. Pero pensemos que vivimos en un mundo donde (casi) nadie sabe quién es Kathryn Williams, y donde una película donde salga Jude Law implica el estrellato, finito, inmediato y superficial. Habrá que saber escuchar más allá de los prejuicios y de las imposiciones del mercado, escuchar este disco en su contexto, que en este caso no quiere decir las otras "novedades" en los racks de CDs a la entrada de la tienda, sino las obras de Bert Jansch, Donovan, Van Morrison, Bob Dylan, Nick Drake, Tim Buckley, Tom Waits, Leonard Cohen, Kristin Hersh, Kathryn Williams, Ani Difranco, Nina Nastasia, Lisa Germano, Will Oldham, Bright Eyes, Badly Drawn Boy, Rufus Wainwright, Ed Harcourt, Beth Orton y un largo, larguísimo et cetera.

Y sí, sin duda, salió justo a tiempo para la temporada navideña.

noviembre 27, 2006

DISCO NUEVO
Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards, Tom Waits






Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards
Tom Waits
2006, Anti.
Género: rock, experimental




Tom Waits lleva adentro una bestia insaciable, una voraz demencia por expresarse. A través de 30 años, ha caminado un sendero onírico y oscuro en solitario, forjando su propia iglesia de pecado sensual. Cantante, poeta, performer, Waits es uno de los artistas más importantes de norteamerica (a la altura de Bob Dylan, Patti Smith) y en su más reciente recopilación Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards demuestra generosamente qué lo hace tan especial.

56 hermosas, misteriosas y tétricas composiciones, categorizadas en tres discos temáticos, Orphans es un regalo gigantesco bajo el árbol antes de llegar la Navidad. Waits no se conforma con echar un puñado de favoritas a un caldero y dejar que alguien prepare un caldo aguado. En cambio, ha grabado 30 nuevas canciones más rarezas, incluyendo dos covers a The Ramones y varios tracks de palabra hablada, casi un stand up infernal. Fuera de ser una recopilación, es una verdadera revisión de la carrera de Waits, un autoanálisis a la vez crítico y cariñoso de tiempos pasados con visión al futuro.

Brawlers, el primer disco, es una colección rudísima de blues y rock para escucharse tomando mezcal. Bawlers explota la vena sentimental de Waits con sus baladas tristes, y finalmente, Bastards es el lienzo para los tintes más experimentales del hombre de la quijada enorme.

Una recopilación esencial, ahora que hay tantos Colin Meloys y Devendra Banharts desperdigados por el mundo. Para ponerlo en la carta a los Reyes Magos, porque seguro Santa Claus nunca le trajo nada al niño malo de apellido Waits.

noviembre 22, 2006

EN BUSCA DEL SONIDO PERDIDO
When I Live by the Garden and the Sea, de Eluvium




La metafísica de la bruma puede ser un camino cordial o puede ser una geología serena, casi invisible...


Matthew Cooper (verdadero nombre que se cobija con el alias musical de Eluvium) con tres discos: Lambent Material (2003), An Accidental Memory In The Case Of Death (2004), Talk Amongst the Trees (2005) ha forjado el sonido más ambicioso (y sencillo a la vez) en cuanto textura musical: su obra se asoma al hundimiento del alma serena de Arvo Pärt pasando por la austera elocuencia esencial/reveladora de Philip Glass y de Gavin Bryars hasta llegar a la fecundidad de Seafeel. En menos de cuatro años, Eluvium se ha consolidado como una de los músicos más precavidos y elegantes en el panorama estadounidense. Todas las portadas de sus discos tiene algo en común: hay una añoranza plástica por lugares de cobijo: como si la bruma fuera la única riqueza posible, la forma más estricta de mantenerse en el mundo. Los colores de sus portadas tienen un modo de ascención interior que responden a un abismo henchido de misterio para hacer posible otro tipo de calidez. Después de su bella obra del año pasado (Talk Amongst the Trees es un manifiesto de minimalismo sobrenatural) Eluvium ha dado a conocer un EP bajo el nombre de When I Live by the Garden and the Sea de menos de 25 minutos que late en cuatro hermosas melodías/infinitudes: I Will Not Forget That I Have Forgotten, As I Drift Off, All the Sails, When I Live by the Garden and the Sea: cuatro totalidades sonoras cuya raíz se compone de sensaciones elementales que construyen un breve cosmos que revela resplandor: el track inicial I Will Not Forget That I Have Forgotten se reduce a un piano que entraña la sensibilidad de Satie y la perpetua frontera serena de Harold Budd. Cuatro piezas elegantes que remontan a la calidez de la bruma y a los alcances de un piano tan sencillo como elocuente ( en la veta de Max Richter en The Blue Notebooks). Cuatro postulados de contemplación para impregnarse de un hermoso caudal luminoso.

...algunas veces, la bruma es un silencio sobrenatural...

DISCO NUEVO
Tower of Love, Jim Noir







Tower of Love
Jim Noir
2006, My Dad Recordings.
Género: pop




No es coincidencia que el disco debut de Jim Noir saliera al público un 14 de febrero. Como esa fecha melosa y brutalmente cruel, Tower of Love es una bola de nieve de helado de fresa arrasando todo a su paso.

De construcciones cíclicas, Jim Noir reinventa el blues que rescatara Alan Lomax, rescatado a su vez por Moby. Sus melodías se encajan en la memoria como jingles venidos del averno y como en esas grabaciones espirituales, la recurrencia de las palabras de Noir se vuelve el cántico de un ritual cuyo fin es invocar al dios de la felicidad ingenua. Si Stephen Merritt, de los Magnetic Fields, lo lograba con su personaje aguardentoso y fúnebre, Noir lo hace recordando al caramelo vocal de Sondre Lerche.

Todo esto remite a una cursilidad inevitable, pero el sonido está lejos de ser inclusive romántico. La euforia que emana de estas canciones remite más a la niñez pre-amor, pre-dolor y pre-nostalgia, donde se jugaba por jugar pues no había nada por perder.

"I'm confused, I've got words I'd like to use
But they've all been said before
So I'm gonna use them all

I, me, you, I'm your
I, me, you, I'm your"

Tower of Love es un debut delicioso, ligerito y refrescante. Jim Noir es una promesa de cosas hermosas por venir.

noviembre 19, 2006

ESENCIAL
Fashion Nugget, Cake







Fashion Nugget
Cake
1996, Capricorn.
Género: pop rock




Es difícil escoger entre los discos de Cake para recomendarlos. Tal vez se deba a que todos ellos son sumamente buenos, o que todos suenan igual, sin ser esto una falla. Mas bien un ejemplo de persistencia y tenacidad para explotar un sonido único. Como dirían las abuelas: si no está roto, no lo arregles.

Pero uno debe volver a los inicios en este caso. A 10 años de su lanzamiento, Fashion Nugget fue el disco con el cual Cake irrumpió en la escena musical. Enmedio del famélico movimiento post-grunge (léase Collective Soul, Smashing Pumpkins en su decadencia, Bush), desde el pequeño suburbio californiano de Sacramento llegaba la banda de John Mcrea con una mezcla bizarra de funk, country y pop pegajosísimo, tan pegajoso incluso que todos los críticos asumían que Cake sería un one hit wonder de cajón con ese sencillo inolvidable, The Distance. Pero estaban equivocados. el disco estaba lleno de maravillas, incluyendo tres covers de una calidad reinterpretativa e inventiva sorprendente.

Cake se presentaban como una banda original, sensible a su tiempo, Un cínico vaquero de letras sarcásticas y cuatro virtuosos tocando rolas de bar de carretera. Algo tenía que estar mal.

Con un poco de surrealismo estilo Frank Black, los gritos maniacos de Fred Schneider, el genio narrativo de Johhny Cash y el tongue in cheek de un joven Morrissey, Mcrea poblaba su reino de pastiche country con tocadiscos eternamente sonando a Frank Sinatra, ciudades ultramodernas de conductores sicóticos y amantes melancólicos huyendo por el desierto. El tipo de letras que se deben cantar en voz alta manejando por el segundo piso del Periférico en un día soleado. Es el mundo de sonrisas drogadas y martinis envenenados de novela de Hunter S. Thompson. El Mundo Cake a donde todos queremos escapar fumándonos un cigarrillo.

A 10 años de haber sido liberado al mundo, Fashion Nugget es no sólo reivindicativo de una de las bandas más subestimadas del rock, debe ser revalorado como un espejo inclemente de los tiempos que vivimos: las neurosis modernas, la locura política, el calor infernal, la realidad de viaje ácido que ha contruido la mercadotecnia.

Mientras el mundo alucina febrilmente, ahí, en el centro de todo, Cake toca en un kiosco. Un tipo de sombrero y cuatro figuras dantescas arden y son el centro de una pira que suena a paraíso.

noviembre 18, 2006

RESEÑA
Morrissey @ Palacio de los Deportes, 16 noviembre



El infinito como tragedia, la permanencia del símbolo más allá de los rasgos del tiempo. Este es el regalo ominoso que Morrissey trajo a México. Ataviado de hermosas camisas de seda y apoyado por una banda tan carismática como perversa de boy toys, hizo gala del mito de Dorian Gray y escatimó en su tiempo sobre el escenario.

Después de la abridora Kristeen Young (un híbrido bastante desconcertante de Tori Amos y PJ Harvey) y la proyección de una serie de videos atinadísimos, Morrissey y su banda entraron cual huracán con Panic, electrizando el ambiente. La pregunta de la noche era qué canciones de The Smiths iría a tocar y con dicho inicio parecía que la respuesta era TODAS. Pero pocas fueron, salteaditas y sin duda alguna, los momentos más emotivos de la noche.

No es que Morrissey ya no sea lo de antes. Es lo de siempre. Es él mismo y lo será hasta que muera, cargando su imagen como Robert Smith o Alice Cooper. Morrissey es Morrissey es Morrissey. Con sus canas y entradas y panza asomando debajo de la camisa. Pero cualquiera que haya entendido algo sobre The Smiths sabe que el punto era precisamente el valemadrismo, el completo despojo de la dignidad en aras de escupirle en la cara a Brittania.

Y qué pasó entonces, sino que Brittania y el resto del mundo se enamoraron del rebelde sin causa, y el rebelde ya estaba demasiado enamorado consigo mismo como para resistirse. En esa reciprocidad reside la magia del retrato, la prisión eterna de la juventud en el cuerpo que decae sin compasión. Aunque sus composiciones recientes aún aventajan por millas a muchas otras (claro ejemplo la hipnotizante Dear God Please Help Me, otro momento perfecto), hay una sombra imponente detrás, algo demasiado pesado para un solo hombre. La emoción de escuchar en vivo Please Let me Get What I Want no sería igualada sino por Everyday is Like Sunday, mucho menos por alguna de los discos recientes.

La tragedia de James Dean (perfectamente referenciada anoche en los videos proyectados) fue morir antes de cumplir su promesa. La tragedia de Steven Patrick Morrissey fue cumplir con su promesa y seguir viviendo de carne y hueso. Nadie espera ya nada de él y es paradójica su libertad, pues luego de cortísima hora y media de concierto la desilusión era generalizada: Ojalá y hubiera tocado más.

noviembre 15, 2006

RESEÑA
The Flaming Lips @ Hammersmith Apollo, Londres, 13 de noviembre


La noche del lunes 13 del mes once del año 2006 los Flaming Lips regresaron al legendario teatro de Hammersmith (antes el Odeon, ahora el Apollo) para dar una lección magistral de lo que puede ser el rock and roll. El aura del Apollo le cae a cualquier fan del rock británico que se precie con todo el peso de más de tres décadas de historia. El órgano del costado y los candelabros, el escenario mismo, el techo, los tapices: un edificio impregnado de ecos y reverberaciones de una historia riquísima y muy compleja. Inevitable entrar y no pensar en David Bowie maquillándose en el backstage y en la planeación de una muerte anunciada en la marquesina de afuera.

Así, atravesados por el rayo de la historia, con una lagrimita metafórica corriendo por nuestra clavícula, llegamos al Apollo con el aliento entrecortado. El escenario estaba decorado simplemente con cuatro medias esferas de colores amarillo y verde, y los instrumentos de la banda texana Midlake, que abriría el concierto, estaban siendo conectados. Wayne Coyne saldría varias veces a saludar a los fans o a disparar confetti con un rifle especial para eso, como si nada, vestido de pantalón de vestir gris, camisa blanca y chaleco. Midlake tocaron un corto set con proyecciones de diversos tipos al fondo, a veces fragmentos de películas sobre la revolución francesa o la época victoriana, otras veces videos caseros hechos por ellos mismos. Una mezcla entre los Decemberists y el Arcade Fire, pero sin el sello distintivo de aquellos, composiciones para piano-guitarra-bajo-batería-teclados con un sello melancólico-folkie y una voz muy tipo a la Colin Meloy (al menos en vivo, porque en la grabación ya suenan más parcos, más "normales"). Steven Drozd tocó con ellos la batería en la última pieza, y todo el concierto Wayne Coyne y Michael Ivins estuvieron sentados en el escenario viéndolos tocar.

Tras un brevísimo receso todo sería la locura. Los globos amarillos que nos habían dado en la entrada ya estaban inflados y viajaban por el aire. Globos-pelotas enormes, gigantes, color verde cayeron del techo, y personas vestidas de superhéroes -Capitán América, Super Girl, The Thing, The Space Ghost, The Phantom- llegaron al escenario, así como dos coros de seres del espacio, entre marcianos y ayudantes de Santa Claus del lado izquierdo del escenario, presididos por un alien verde inflable gigantezco; del lado derecho un ejército de Santa Clauses presididos por un Santa Claus inflable gigantezco también, todos con linternas que movían en todas direcciones como si de cazadores de E.T. se trataran. Confetti multicolor caía de todos lados; burbujas de jabón chocaban con los globos amarillos y los globos enormes verdes, el humo llenaba el aire del Apollo, con el fondo de una megapantalla completamente en rojo. En eso, un hombre gordo vestido de mayor, tocando una campana, gritando "Oyez! Oyez!" y anunciando a manera de coro isabelino lo que habría de proseguir... enfatizando así la cualidad dramática, autoconsciente, performativa, circense, del espectáculo que habría por venir.

Cuando el humo impedía ver lo que pasaba en el escenario, los primeros acordes de "Race for the Prize" y Wayne Coyne, Flaming Lip extraordinario, adentro de una pelota transparente gigantezca, como cápsula espacial, surfeando sobre la gente en el pit, las manos colectivas impulsándolo de un lado a otro... y Wayne con su cara de científico loco, de profeta mariguano, de visionario enloquecido, sonriendo, en éxtasis... Durante todo el concierto Wayne daría largas introducciones a las canciones, tratando de explicar su sentido, dedicando el concierto entero a celebrar la derrota de los Republicanos en Estados Unidos y la inminente salida de George Bush y a predicar el amor y la posibilidad de la armonía y del gozo y del placer y de todo lo bueno que hay en esta vida a pesar de su brevedad y de nuestra trágica finitud. Wayne aceptaría ante el público que no sabía si serían capaz de superar semejante primer acto, espectacular y excesivo, multisemiótico, delirante. Pero la segunda pieza, "Yoshimi Battles the Pink Robots pt 1", fue convertida en un magno y épico karaoke, un himno de la vida contra la muerte, un desesperado y emotivo acto artístico en contra de la tristeza. Wayne intentaría una y otra vez hacer cantar al público reunido en el Apollo, que, mayoritariamente anglosajón, se comportaría decentito, peinadito, paradito, sin moverse (a excepción de los fanáticos en los primeros metros frente al escenario, que varias veces intentaron algo semejante a un mosh pit, sin lograrlo). Algo intentaba cantar el público, pero en realidad la respuesta del público era demasiado controlada, fuera de lugar en comparación con la locura que proponían los Lips, las proyecciones en las pantallas, los rayos láser, las criaturas mitológicas y los superhéroes. Las pelotas-globos no dejaban de rebotar en la gente, y luego una enormísima, color azul, solitaria, como el planeta tierra entre planetas alienígenos, comenzó a dar su gira por el universo de fanáticos. Luego otro globo azul de igual tamaño se le unió, como diciendo, nunca estamos realmente solos...

Durante dos horas The Flaming Lips tocaron de lo mejor de su repertorio, incluyendo "Free Radicals" y "The Yeah Yeah Yeah Song", quizás las más celebradas por el público, así como "The W.A.N.D." y "Fight Test"... pero lo más verdaderamente épico -y épico fue el término que Wayne mismo repitió una y otra vez en sus desvaríos introductorios, en los que, convertido en un filósofo improvisado relfexionó sobre la brevedad de la vida y la inminencia de la muerte; sobre la posibilidad de la paz y la estupidez de los políticos, sobre la historia del Hammersmith Apollo y su especialísima vibra, lo más verdaderamente épico decíamos fue cuando ya en encore, Wayne desdobló un papel de su bolsillo y dijo que alguien en el público le había mandado una carta contándole de un chico llamado Steven que había muerto hace un mes y que él había pedido que cierta canción de los Flaming Lips fuera tocada en su funeral... por supuesto, la canción que siguió fue "Do You Realize?", en una versión extendida con todo y fragmentos a capella, en que por primera vez el público londinense pareció desgarrarse la garganta cantando la que quizás sea el himno más honesto a la finitud que se haya compuesto en los últimos años.

Por si esto no hubiera sido lo suficientemente emotivo, los Lips tocaron un cover de la Bohemian Rhapsody con todo y las letras estilo karaoke en la pantalla, en un momento verdaderamente heróico, indescriptible, en que si eso hubiera pasado en México el lugar hubiera sido destruido, sangre hubiera volado por los aires y más que una beldad se hubiera subido al escenario a besar al Lip mayor. Pero no, el público de Londres observaba divertido, las sonrisas imperaban sí, pero incluso, en este momento pirotécnico, trágico, cósmico, magnánimo, grandioso, todavía a mis alrededores habían imbéciles que bostezaban o veían sus relojes (uno en particular, de look trendy-latino clase media muy preclaro, quizá condechi, me molestó particularmente por su desdén y su ignorancia). La pieza de Queen funcionó como un exergo, un outro que definía el concepto de los Lips esa noche, la fenomenología del rock en pleno, la descarga de energía catártica que es el rock. Un acontecimiento espectacular en el mejor de los sentidos, el concierto de los Flaming Lips confirmó el altísimo nivel de complejidad que puede alcanzar una presentación en vivo de música pop, llena de alusiones a la historia pasada pero también al futuro, construyendo metáforas que unen espacios tan aparentemente disímbolos como la ontología y Plaza Sésamo, cortando el espacio y el tiempo simultáneamente con el acha de las guitarras, los teclados, la exactísima y poderosísima batería y la voz siempre emotiva, siempre doliente de Wayne Coyne. Un homenaje al amor y a todas las cosas que se desvanecen en el aire, los Flaming Lips celebraron todo aquello que es efímero, con una música y un performance que perdurarán para siempre en mi memoria.



noviembre 12, 2006

RESEÑA
Corona Fest @ Estadio Azteca, 2006


Sin mucho rollo y para terminar rápido: Clap Your Hands Say Yeah dió un gran show, demostrando que pueden hacer bailar a un estadio completo.

El resto del festival fue una porquería. Un lugar espantoso, acceso difícil y hosco (la seguridad en las puertas siempre tan linda ella), lluvia inclemente, cervezas caras, policía armada cada dos pasos, dos decenas de bandas caguengues y un desaire enorme con el sonido en general (y específicamente en el concierto de Of Montreal, quienes se veían interesantísimos, pero sólo se veían).

Así nomás... horrible.

noviembre 10, 2006

EN BUSCA DEL SONIDO PERDIDO
Northern, de Taylor Deupree





La explosión de la calma puede ser una acuarela fulminante:


Taylor Deupree es una de las mentes más inquietas y destacadas en el panorama de la música estadounidense desde hace mucho tiempo (imposible olvidar a Prototype 909 y la fundación del sello Instinct, dador de inesperados horizontes de la musica electrónica y hasta es extraño regresar a su primer disco 12K, como lo he hecho en estas semanas, y darse cuenta de la evolución de su sonido). Después de la colaboracion bellísima con el ensamble japones Eisi el año pasado, Deupree ha dado otro signo de inteligencia sensible en su última obra.
El nuevo disco de Taylor Deupree es un manifiesto electrónico que roza el silencio con elaborada serenidad (casi de la misma manera que logró Harold Budd en su Pavilion of Dreams hace 25 años). Los seis tracks de este cd superan las fronteras del minimal techno para ofrecer un panorama inmenso de tonalidades ambient post Brian Eno que siguen siendo necesarias. Si el Avalon Sutra de Harold Budd fue uno de los acontecimientos musicales de año pasado, el 2006 tiene en Northern de Deupree (junto con The Grass is always Greener de Barbara Morgenstern) seis hermosas melodias postambient esenciales de una hermosa quietud extraña y sobrenatural: tonalidades que sacuden los matices del silencio. Un sonido nutrido de herencias contemporáneas (el quinto track, Haze it may be, se recoge serenamente en un hermoso loop/homenaje/ de Fresh Water de Colleen: un hermoso recuento de la posibilidades de la serenidad del cello. El track November le debe todo a la estela sonora de She's a Phantom de Harold Budd : seis melodías/seis maneras de sentir la inmovilidad de la noche.

noviembre 09, 2006

DISCO NUEVO
I Am Not Afraid Of You and I Will Beat Your Ass, Yo La Tengo






I Am Not Afraid Of You and I Will Beat Your Ass
Yo La Tengo
2006, Matador.
Género: indie rock




Algunas de las bandas más influyentes quedan siempre ocultas en las fronteras del éxito, como veladas por una capa permeable a la popularidad, dejando fluir hacia afuera un torrente gigantesco de talento. Es el caso de Yo La Tengo, trío formado en New Jersey en 1984, pioneros de la experimentación distorsionada junto con Sonic Youth, y en más de una manera banda 'hermana' de esta última, pero cargada al lado pop.

Después de las baladas soñadoras de Summer Sun, Yo La Tengo (nombrados así por el grito de los receptores de baseball) regresa como abeja reina a cuidar del panal indie. Una mezcla muy ilustrativa de lo que han hecho en 20 años de carrera, este disco es uno de sus más efectivos precisamente por abarcar todo el abanico formal de la banda, desde el rock maniaco de la abridora Pass the Hatchet, I Think I'm Goodkind, el groove de Mr. Tough, hasta el space pop de Daphnia. Es inútil referenciar a otras bandas para hablar de Yo La Tengo, porque no suenan a nada: todo suena a ellos. Su discografía es un cúmulo concreto sin desliz o bache. Conseguirla toda (la mayoría de los discos están agotadísimos) es una misión intensa pero recompensante y este es un buen punto de iniciación.

Todo está donde debe estar y Yo La Tengo recupera su lugar en el firmamento musical. Coronando una carrera impecable de integridad artística y humildad avasalladora, I Am Not Afraid Of You and I Will Beat Your Ass es un documento esencial e imperante. Cuando la música poco dice o poco importa, las joyas ocultas son más valiosas por su rara belleza solitaria.

noviembre 07, 2006

DISCO NUEVO
Silent Shout, The Knife





The Knife
The Knife
2006, Rabid.
Género: rock eléctronico, synth pop




Suecia se convierte rápidamente en un leviatán musical, con bandas variaditas como The Cardigans, José González, The Hives, The Concretes, Sahara Hotnights, etc.

The Knife completa el espectro con un rock sintético al estilo de Björk, Blonde Redhead, Moloko o Lamb, añadiéndole una fina capa de oscuridad muy atractiva. Dos hermanos de Estocolmo, vestidos de capas y máscaras florentinas, entibiando el ambiente con beats precisos y vocales siniestras, contando historias de bosques por la noche o pulsando como un rave a la mitad de la nada.

Mientras sus producciones anteriores, Deep Cuts y su debut epónimo se anclaban en la voz de la hermana Karin, Silent Shout inicia de golpe con un ritmo de deep house infeccioso, las voces entran distorsionadas y así se mantienen todo el disco, mientras silbatos y sintetizadores crean un ambiente de fiesta. Desde ahí queda claro que The Knife ha soltado la cuerda para adentrarse en el bajo mundo del dance, mezclando tintes germanos rudísimos a la Alec Empire y la presencia de una Siousxie en su papel más tenebroso.

Los inviernos son rudos en esas partes del mundo, pero con un disco como Silent Shout uno puede pasarse la noche eterna al calor del baile mecánicamente vital.

noviembre 06, 2006

DISCO NUEVO
... And the jellyfish parade, Hello Seahorse!







... And the jellyfish parade
Hello Seahorse!
2006, Freaks and geeks Records
Género: indie/pop




El amplio género alternativo nacional en la actualidad es como la clasificación de películas en un Blockbuster (donde se puede encontrar Babe, el puerquito valiente en la sección de drama): nada está en su lugar, ni en la categoría que realmente le corresponde. Todos quieren hacer rock tipo Héroes del Silencio pero con sonido grunge o "música chistosita" que no propone nada más que unas risas tontitas, un hit y listo, de regreso al olvido. Desde hace un rato muchos grupos quieren ser "indie", pocos logran mantener ese nivel ya que se rinden en el intento de encontrar un lugar y un público o quieren ser tan independientes que no quieren ni darse a conocer en toquines o son absorbidos y explotados por disqueras más grandes, que muchas veces no saben utilizar los talentos, que no dudo hay muchos, pero están mal canalizados.

Hello Seahorse! es de los grupos que entrarían en la categoría de indie mexicano con calidad de exportación.

Hello Seahorse! es una chica en la voz y tres chicos en los instrumentos.

Su disco debut es corto, de media hora de duración, diez canciones, la mitad en español y la mitad en inglés, dos tracks instrumentales. Con eso es suficiente para demostrar que saben hacer bien las cosas, ya que este disco fue producido por ellos mismos. Todo está en su lugar musicalmente, aunque usan secuencias y sintetizadores no abusan de ellos y saben equilibrarlos con la batería, guitarra y bajo, el resultado es pop armonioso, tierno, al escucharlo la buena vibra se siente en el aire. Es un excelente soundtrack para una tarde feliz y soleada.

Ellos saben lo que quieren lograr con su música:

(...) No saldremos de aquí
sin antes estallar
sin antes celebrar, celebrar.

Cassette

Una excelente opción si quieren escuchar a un grupo mexicano diferente que les alegre el día. Los discos se venden en sus shows, su tienda en línea, la tienda Kong y Fracture records. Mejor aún si pueden verlos en vivo, la buena ondita es una garantía.

Para más información:
MySpace de Hello Seahorse!
Página oficial de la banda

noviembre 05, 2006

RESEÑA
Antony & the Johnsons with Charles Atlas: Turning @ Barbican Hall, Londres, 5 de noviembre




Tendríamos que partir de la premisa de que nada de lo que yo pueda escribir podrá jamás reproducir lo que pasó la noche del 5 de noviembre en el Barbican Hall en la ciudad de Londres. Los fuegos artificiales conmemorando el gunpowder plot habían dejado la noche con un olor a pólvora que logró calentar un poco el aire. Llegando lo primero que hicimos, además de recoger los boletos en un proceso de lo más simple y efectivo, fue correr a adquirir la memorabilia que incluía un picture disc siete pulgadas y el para mí ansiadamente esperado 12" de I Am Your Sister, con Fistful of Love en el b side. También había un programa-libro del evento que no compramos por su alto costo, pero reflejaba la seriedad con que el Barbican se había tomado la cuestión. La sala, vendida por completo, llena de gente de entre 20ytantos y hasta los septuagenarios, eso sí, la mayoría blancos y de clase media. (Por ahí se veía alguno que otro moreno de tweed o alguna asiática solitaria, pero en general, la cosa era muy, muy blanca). En una ciudad tan multicultural como Londres no deja de sorprender que los eventos artísticos de esta naturaleza estén "reservados" para los cara-pálidas, pero así parece ser la regla. Por supuesto, una enorme cantidad de beldades femeninas con parejas del mismo sexo, y uno que otro mod dandy, dos que tres punks hipertatuados, pero nada, nada de gotiquillos o gotiquillas. En general, como público de concierto de música clásica. Al entrar a la sala, se escuchaba la grabación completa del famoso discurso de Martin Luther King Jr., hablando del sueño americano y de la importancia de la educación. La propuesta política-estética de Antony, y de Charles Atlas como veríamos más adelante, utilizaría esta grabación como epígrafe para complementar su discurso de transformación identitaria y de celebración de la diferencia.

Hemos partido, pues, de la premisa de que las palabras no podrán describir mi experiencia esta noche. Para mí, un fanático de la música de Antony and the Johnsons, este concierto era uno de los acontecimientos más esperados de mi vida reciente. El que estuviera yo ahí sentado era para mí el cumplimiento de un sueño largamente anhelado. Todos los Johnsons en el escenario, con un pianista invitado -Antony sólo se sentó al piano para interpretar Hope There's Someone, pero durante todo el concierto estuvo de pie en el centro del escenario, en ocasiones retrocediendo un poco hacia la mega pantalla que detrás del escenario proyectaba las imágenes de Charles Atlas. La cuestión de Turning quedaba clara al ver que en el extremo derecho del escenario había una pequeña plataforma circular que rotaba, donde trece mujeres de muy distintas apariencias y edades giraban, una a la vez, una por canción. Eran filmadas por un camarógrafo, para que Atlas después procesara las imágenes, las duplicara y las mezclara con otros gráficos, imágenes de flores, tulipanes, aves del paraíso, y de animales, sobre todo aves, águilas. Los rostros de las trece verdaderas, extrañas bellezas poseían en común una rarísima tristeza, marcas bajo los ojos, gestos de amable fragilidad o de imponente dureza. Esta pasarela decoró el fondo de la música de los Johnsons y la voz apasionada y quejumbrosa de Antony, que se limitó a decir un par de gracias, sin introducir las canciones, salvo al final, antes del brevísimo encore, en que se disculpó con su característico estilo avergonzado-divertido porque la voz se le había quebrado, según él, en algunas de las canciones.

Pero la verdad es que el set fue bellísimo, aunque dolorosamente breve. Tan sólo una hora y media duró el recital, donde se interpretaron unas cuatro canciones nuevas y demás ya clásicas como For Today I Am a Boy, Cripple and the Starfish -la segunda en ser interpretada, y que obligó al público a gritar sin reservas de gusto- Fell in Love with a Dead Boy, Bird Gerhl, Hope There's Someone y Spiralling, que fue presentada en una versión un poco distinta a la conocida pero que fue sin duda uno de los mejores momentos del concierto, así como la última pieza, ya en encore, que fue, por supuesto, You Are My Sister, ya con las mujeres que habían estado dando vueltas en vivo y en pantalla durante el concierto en un extremo agrupadas, de pie o sentadas, alrededor de Antony y a lo largo del escenario, en un instante de la más íntima y perfecta belleza.

Turning no dejó de ser un concierto, y el trabajo de Atlas simplemente se limitó a decorar el escenario, sin representar necesariamente una propuesta radicalmente imponente o autónoma, pero ayuda a enfatizar la propuesta estética de Antony como una que discurre sobre la identidad siempre cambiante, sobre la naturaleza siempre dolorosa del amor, sobre la dialéctica entre la luz y la sombra, el crepúsculo y el amanecer, lo masculino y lo femenino. Con las imágenes de Atlas y la presencia de las mujeres en vivo, una extraña experiencia del cuerpo femenino, de la estética femenina y del silencio del cuerpo casi inmóvil y en movimiento, como maniquíes vivos, expresando las contradicciones de nuestra cultura en relación con lo que consideramos bello y atractivo, el erotismo y la objetivación del cuerpo femenino. Las nuevas piezas tendían más hacia lo percusivo y a juegos puramente vocales, pero la música permanecía en su clásico tenor super melancólico y oscuro, contando historias de miedos y padeceres, inseguridades y entregas, soledades y afectos.

El respeto que el público londinense demostró al grupo permitió que Antony y los Johnsons hicieran juegos con silencios, haciendo largas pausas a manera de movimientos entre piezas distintas, y no dejó de sorprender agradablemente la perfecta organización del evento y la maravillosa acústica del lugar. Al salir, no hubo vendedores gritones de tazas del concierto, ni charcos sucios, ni patrullas ruidosas. De hecho, toda la mercancía ya se había vendido desde antes que empezara el concierto propiamente y al salir ya no había nada qué comprar. Hay quienes dicen que la felicidad no se puede comprar: pero en algunos casos, como en éste, queda claro que se dan las gracias al cielo y las estrellas por el haber tenido la oportunidad de estar aquí, en Londres, y el haber podido presenciar un concierto de música pop con todo el respeto y la dignidad de la música más culta y elevada, en las mejores condiciones técnicas y escénicas; el haber experimentado un acontecimiento que, honestamente, sólo en circunstancias geopolítico-culturales-económicas-como estas se podría llevar a cabo.

Siguiendo el camino amarillo que indica al desorientado visitante el camino de regreso a la estación del Barbican tube, y en el mismo vagón, uno no podía sino admirar a las parejas de hermosísimas novias que se abrazaban y se acariciaban suavemente el cabello, o un dedo, o se miraban lentamente, en silencio, como conteniendo un suspiro largo y sostenido, o como haciendo fuerza para que sus alas, guardadas bajo sus abrigos, no se desplegaran en toda su extensión.

noviembre 02, 2006

MADREDEUS @ Barbican Hall, Londres, 2 de Noviembre


Si me hubieran dicho que a mi vuelta a Londres el primer concierto que vería sería el de Madredeus, jamás lo hubiera creído. Sin embargo, en la vida pasan siempre cosas inesperadas, y todos los planes resultan al final ingenuos. La cuestión es que esta noche del jueves 2 de noviembre, celebrando que el frío por fín llegó al otoño londinense, el conjunto lusitano Madredeus se presentó en el laberíntico e imponente Barbican Hall. En verdad una aventura mítica, si no se le conoce bien, llegar al Barbican: más de cuatro estaciones de metro lo conectan y es el epicentro de un conjunto arquitectónico-artístico que hace parecer a los por demás entrañables Centro Cultural Universitario de la UNAM y el Centro Nacional de las Artes como inocentes casas de cultura provincianas. Al fin, bajo un viento frío pero amigable y bajo una luna rotundamente blanca y definida, llegamos a la cita con el grupo lidereado por Pedro Ayres Magalhaes, que vestido de formalísimo traje negro y camisa blanca orquestó detrás de su sintetizador y su laptop el acontecimiento estético que puede ser Madredeus. Olvídense del overhyping coyoacanense-condesero: han pasado ya 15 años y el grupo originario del barrio de Madre de Deus, Lisboa, está en su mejor momento. Con el espectáculo que lleva el nombre de su disco Un amor infinito -pero que incluyó también, principalmente, piezas del melancoliquérrimamente espiralidoso Faluas do Tejo- Madredeus se presentó con Teresa Salgueiro al frente y el tradicional ensamble de dos guitarras clásicas acústicas, bajo acústico y sintetizador, para ofrecer ante un tímido pero al final apasionado y seducido público londinense un acontecimiento único. El concierto funcionó, gracias al verdaderamente genial desempeño de los ingenieros de sonido y de luces, ambos portugueses también, como un performance desoladoramente bello, una prueba que los lugares comunes de la mercadotecnia musical que todo lo quiere reducir a etiquetas ("roots"; "world music") son inútiles frente a la belleza del arte pleno y sin concesiones. La música en vivo de Madredeus es, más allá de sus posibilidades ligeras y sin complicaciones, una música que exige del escucha una atención completa, decidida y comprometida; los acordes delicados y fundamentalmente repetitivos de sus guitarras y los delicados matices ambientales, siempre luminosos pero atmosféricamente oscuros del sintetizador y demás electronics, obligan al escucha a no perderse, a establecer un contrato de intimidad con los intérpretes y a dejarse seducir por las laberínticas y envolventes estructuras de su sonido. Por supuesto, el sello distintivo del fado y la saudade, su melancolía profunda y su nostalgia inevitable tienen todo el olor del mediterráneo y con ello hacen gala de los espacios estéticos comunes que comparte su música con otros géneros populares, ya sea el blues o el tango, el folk o el country, el son cubano o el bolero. Teresa Salgueiro se convirtió en una sirena que, en piezas como "Moro en Lisboa", "Cantador da noite" o "Suave tristeza", pero sobre todo, ya en el obligado encore ante la inédita despeinada del ahora-sí-que-despeinado-respetable londinense, en "Lisboa" y "O Paraíso" (las más aplaudidas de la noche, sin duda), nos llevó a todos a un estado hipnótico que causó más de un naufragio ante el purísimo éxtasis estético provocado por la combinación de su voz, pura poesía sonora más allá del significado literal, y las cuerdas, sutiles y minimales, evocadoras de un desconsuelo milenario. Más allá de los prejuicios, Madredeus demostró en Londres que, a pesar de todo, la poesía y la belleza todavía son posibles en el mundo.

SECRET MACHINES @ Salón 21, 18 de noviembre


Después de año y medio y un nuevo disco, los Secret Machines regresan a México; la banda originaria de la ciudad de Dallas se presentará en el Salón 21, este próximo 18 de noviembre.

Su primera presentación en el Lunario del Auditorio Nacional y patrocinada por alguna marca de ropa de la cual ya nadie se acuerda fue una sorpresa agradable, teniendo la oportunidad de ver a una banda joven pero con un sonido y actitud anacrónicos. De volumen fuerte e influencias clavadas como Pink Floyd o Led Zeppelin, un look de Hansons on-crack y un aura oscuro, Los Secret Machines son una banda fuerte en el escenario, de momentos alargados al infinito y flashazos del mejor punk rock. Los hermanos Benjamin y Brandon Curtis, acompañados a la batería por Josh Garza forman un power trio afinado y efectivo. Definitivamente los más rudos en esa formación batería-guitarra-teclados(sin contar la furia de Keane, obvio).

Esta vez la invitación viene por el festejo de los primeros dos años de Reaktor al aire, y mientras la vetusta corporación del rock en México se pavonea por ahí acosando niñitas de 18, los interesados (e interesantes) podrán disfrutar de un muy buen show por parte de los texanos. Con el lanzamiento de Ten Silver Drops, apenas su segundo disco, los Secret Machines seguramente tienen muchos nuevos secretos bajo la manga para rockearnos esa noche.