enero 28, 2007

ESENCIAL
Exile in Guyville, Liz Phair







Exile in Guyville
Liz Phair
1993, Matador.
Género: rock, lo-fi



Todo acerca de Exile in Guyville tiene la grandeza de una leyenda. Es un ejemplar único en la historia cochina y desordenada del rock.

Comenzando por el título, una respuesta pendenciera al disco clásico de los Rolling Stones, Exile in Mainstreet, pueden vislumbrarse los huevos, los gigantescos ovarios con que fue presentado al mundo. Aunque no sea una respuesta canción por canción a los Stones como la propia Liz Phair promovía en ese entonces, Exile es realmente un disco contestatario, un parteaguas entre el rock viejo y el nuevo. A pesar de sus composiciónes tradicionales, la estructura básica de guitarra, bajo y batería, aquí nada es anticuado. El sonido es fresco, desenfadado, o tal vez demasiado enfadado como para parecer lo contrario.

Liz Phair, una pequeñísima jovencita adoptada de los suburbios de Chicago, influenciada claramente por Bob Dylan y Joni Mitchell, decidía mandar a todos al demonio, tachando a la industria musical de mafia machista, anacrónica, vetusta y decadente. No sólo denunciaba a los dinosaurios dormidos en sus laureles, sino también arremetía contra su propia generación: la sucia escena grunge de Seattle, la sicodelia somnífera de los Smashing Pumpkins, la bravuconería sin sentido de los Chili Peppers.

Clave en este deslinde del resto de la industria fue la producción de Brad Wood, el Butch Vig del indie rock. Éste prestó un sonido muy particular a las composiciones: el uso de la guitarra como un instrumento percusivo, el feedback a la Peter Buck, las armonías en capas múltiples de la sensual voz de Phair hacen del disco una joya de la baja fidelidad y justamente así deben sonar mentadas de madre como éstas.

Liz Phair nunca superaría las canciones incluídas en Exile, desde el jangle rock de Help Me Mary, el blues crudo de Mezmerizing o el sonido espacial de Stratford On Guy, pero nada rockea más fuerte que la sexualidad de Phair impregnada por todo el disco. Desde la portada, donde Liz aparece semidesnuda en una pose que recuerda a la Madonna de Munch, hay un aire de seducción que hipnotiza, prende. El mejor momento del disco es, sin duda, la pegajosa Fuck and Run, con su maravillosa letra de precocidad adolescente:

Its fuck and run, fuck and run,
Even when I was seventeen.
Fuck and run, fuck and run,
even when I was twelve.

Y el momento más 'famoso' del disco, la infame Flower:

Every time I see your face
I think of things unpure, unchaste
I want to fuck you like a dog
I'll take you home and make you like it...

...You act like you're fourteen years old
Everything you say is so
Obnoxious, funny, true and mean
I want to be your blow job queen.

Pero el verdadero tesoro está lejos de esta agresión verbal obviamente sarcástica. La médula y esencia de Exile in Guyville está en los momentos dulces, femeninos, del disco:

I want a boyfriend
I want a boyfriend
I want all that stupid old shit:
letters and sodas.

Fuck and Run;

And when I asked for a separate room
It was late at night
And we'd been driving since noon
But if I'd known
How that would sound to you
I would have stayed in your bed
For the rest of my life
Just to prove I was right
That it's harder to be friends than lovers
And you shouldn't try to mix the two
Cause if you do it and you're still unhappy
Then you know that the problem is you

And it's true that I stole your lighter
And it's also true that I lost the map
But when you said that I wasn't worth talking to
I had to take your word on that
But if you'd known
How that would sound to me
You would have taken it back
And boxed it up and buried it in the ground
Burned it up and thrown it away

Divorce Song.

De haber hecho una lectura más cuidadosa, menos hormonal de estas letras en ese entonces, hubiera podido predecir que el sueño de Liz Phair era lo que el movimiento de las Riot Grrrls despreciaban: la atención merecida de una pareja, la compañía paralela y no vertical con un hombre. Años después, Liz Phair perdería su filo al tener un hijo, evento que para muchas rockeras de esa época (Tori Amos, Tanya Donnelly, Kristin Hersh) ha tenido las mismas consecuencias. Al contrario de sus contemporáneas Bikini Kill, L7 y Sleater Kinney, Liz Phair cantaba historias de amor para todos y ahí reside su universalidad, su concreción como artista y no solamente chica furiosa.

Exile in Guyville es uno de los puntos definitivos del rock. Las interpretaciones de cada canción, la leyenda de Liz grabando sus Girly Tapes, el inicio de todo un movimiento femenino a sus espaldas, lo hacen un disco clásico donde autora, momento y público crearon un vacío para que la simple belleza de estas canciones se conservara para siempre como un primer amor: intachable, imborrable, inmejorable.

enero 23, 2007

DISCO NUEVO
IV, Veruca Salt







IV
Veruca Salt
2006, Sympathy for the Record Industries
Género: rock, alternativo.



De Veruca Salt como los conocíamos en los alternativos noventas no queda nada, mas que la voz de Louise Post.

Si tuvieron la oportunidad de escuchar el disco anterior, Resolver, que salió hace unos cinco años, IV es su segunda parte, suena exactamente igual pero con menos punch y canciones de sobra. A mí me suena a que Louise Post es una necia y no quiere aceptar que Veruca Salt dejó de existir cuando la alineación original se separó hace ya casi diez años y Nina Gordon huyó a escribir canciones melosas a su enamorado del momento y desde ese momento Louise entró en un berrinche del que no ha salido, hubiera sido preferible que se lanzara como solista a hacer lo que ella realmente quiere porque el seguir con el nombre del grupo y cambiar casi diario de integrantes no le ha dejado nada bueno ni a ella ni a la música ni a los fans que ilusamente seguimos esperando un disco que nos haga rockear con una simpleza tipo Victrola o Volcano Girls.

IV es excelente si son dueños de un bar chopper y necesitan música para ambientar un concurso de camisetas mojadas, o algo así del tipo Coyote Ugly, sí es muy rocker pero no rock alternativo bueno al que nos remitía el nombre Veruca Salt, sino rock simplón que no aporta mucho con canciones acerca de despecho y es difícil distinguir una de otra.

Habrá que lograr que ese par de chicas se reconcilien y graben algo que se parezca a lo que hacían, o algo completamente nuevo y/o experimental, pero por favor: ya no más de este rock sin sentido.

enero 22, 2007

DISCO NUEVO
Hissing Fauna, Are You the Destroyer?, Of Montreal







Hissing Fauna, Are You the Destroyer?
Of Montreal
2007, Polyvinyl.
Género: indie pop, sicodelia, rock



El reloj marca el inicio del 23 de enero del 2007, día del lanzamiento oficial del más reciente trabajo de Of Montreal. Nadie correrá a las tiendas a destrozar vitrinas, golpearse los unos a los otros por una copia, comprar tres y dejar dos en sus celofanes para venderlas veinte años más tarde en mint condition para pagar la universidad de los chamacos. Es una lástima, porque esos jovencitos podrían ir a Harvard.

Kevin Barnes, líder de Of Montreal, es un genio desquiciado. En Hissing Fauna, Are You the Destroyer? su cabeza ha terminado por explotar en una estela de colores, formas y sonidos deslumbrantes y hermosos. Quisiera estar exagerando, entonces sería sólo una falta de estilo escribir tantas cursilerías, pero no... tal vez éste sea el mejor disco del año y joder, apenas vamos a cuatro semanas de haber comenzado.

Desde los diez segundos iniciales es claro que las pequeñas minucias que hacían de Of Montreal una banda sólo para iniciados han sido desechadas. En su lugar, una dinamita mítica de pop, funk, punk y sicodelia abandona las bocinas y se expande como un efecto dominó dentro de los oídos. Es tinnitus masoquista. Si buscara referencias, diría que suena a lo mejor de los Beatles, pasados por Frank Zappa, George Clinton y los Fiery Furnaces; pero más vale describirlo en sus propios términos.

Heimdalsgate like a Promethean Curse, el cuarto track, comienza así:

I'm in a crisis
I need help from a mood shift
Shift back to good again
Come on mood shift, shift back to good again
Come on be a friend...

Y en efecto, el sintetizador ominoso se convierte en un hit de radio salvaje, un éxito millonario. Sin embargo, la desgracia se cierne en la siguiente canción, Gronlandic Edit:

I am satisfied hiding in a friend's apartment
Only leaving once a day to buy some groceries
Daylight I'm so absent-minded
Nighttime meeting new anxieties

So am I erasing myself? Hope I'm not erasing myself

I guess it would be nice to give my heart to a God
But which one which one do I choose?
All the churches fill with losers, psycho or confused
I just want to hold the divine in mine
And forget all of the beauty's wasted

Let's fall back to Earth and do something pleasant
We fell back to Earth like gravity's bitches
(Physics makes us all it's bitches)

La caída sigue sin freno hasta el track siete, la monumental The Past is a Grotesque Animal (alcanzando los doce minutos, bien podría ser la Bohemian Rhapsody esquizofrénica):

The past is a grotesque animal
And in its eyes you'll see
How completely wrong you can be
How completely wrong you can be...

... It's so embarrassing to need someone like I do you
How can I explain I need you here and not here too
HOW CAN I EXPLAIN I NEED YOU HERE AND NOT HERE TOO!
I'm flunking out, I´m flunking out
I'm gone, I'm just gone,
but at least i authored my own disaster...

...Let's just have some fun, let's tear this ship apart
Let's tear the fucking house apart
LET'S TEAR OUR FUCKING BODIES APART!...

....I'm so touched by your goodness
You make me feel so criminal
How do you keep it together? I'm all, all unraveled
But you know, no matter where we are
We're always touching by underground wires

I've explored you with the detachment of an analyst
But most nights we've raided the same kingdoms
And none of our secrets are physical
None of our secrets are physical
None of our secrets are physical now.

La sicosis vuelta sicodelia en una espiral de rock extremo, una vida atormentada que suena más a Baudelaire que a Johnny Rotten. Barnes tuvo una hija, engañó a su esposa, se divorció, huyó a Noruega y perdió el sentido, convirtiéndolo en un disco estupendo. Como a los grandes libros o pinturas, a Hissing Fauna no le sobra nada y todo lo que está se encuentra en su lugar. Tragedia y comedia al mismo tiempo, no es gratuito que una y otra vez remita a la mitología para contar su propia narrativa.

Al final, una historia clásica y también un cancerbero mortal para lo que venga detrás en el año. Kevin Barnes, cual Dante, viajó al infierno de la locura y trajo de vuelta un regalo con el cual recuperó a su familia. Yo también le hubiera dado otra oportunidad: ¡Es tan hermoso!

enero 17, 2007

SONIC YOUTH @ Salón 21, 24 de febrero, 2007


Corría el frío octubre del 2004 cuando Sonic Youth se presentó por primera vez en México, en el Circo Volador para ser exactos (bello, bellísimo lugar), y aunque todos los asistentes esperaban un buen concierto, nadie estaba preparado para la realidad de un show de esa magnitud. Una hora entrada en el concierto, a donde volteara uno lo único que veía eran caras de estupefacción, baba que chorreaba, una chica a mi lado se agarraba los oídos de dolor, pero su cara era de placer absoluto. Todo era un vórtice de éxtasis musical.

Desde aquel gran, gran concierto, Sonic Youth ha seguido con su carrera impecable, dejando atrás al colaborador extraordinaire, Jim O'Rourke, lanzando su brillante Rather Ripped, y un disco de rarezas y b-sides ya tarde en el 2006, titulado The Destroyed Room. La promesa de un regreso ha sido como la promesa del regreso de Jesús a lavar los pecados de los chilangos, que hemos malgastado nuestro tiempo y ahorros viendo a banduchas que poco tienen que ver con la luz que emana de la guitarras de Thurston Moore y Lee Ranaldo, el bajo amenazante de Kim Gordon y la batería irrealmente precisa de Steve Shelley.

Sería pecado, no, sería crimen capital dejar pasar este concierto. Aunque el Salón 21 seguramente le quitará esencia al show (ese lugar le podría quitar lo sagrado a la Virgencita), México se reencontrará con una de las mejores bandas del mundo, y escuchando su nuevo disco, parece que vienen enojados. Me gusta, pero me asusta.

Boletos en 380 pesos más 66 de comisión (incluye un beso de Kim y un zape de Thurston) en Ticketmaster o al 53 25 9000. El Salón 21 se ubica en Lago Andrómaco # 17 esq. Prol. Moliere, Col. Ampliación Granada.

Y sin más referencias profanas por hacer, ¡a destruir nuestros oídos con el ruido celestial de Sonic Youth!

CAMERA OBSCURA @ Foro Universal Polyforum Siqueiros, 10 de febrero, 2007


Los aficionados a la fotografía comprenderán el oscuro (valga la redundancia) significado del nombre de esta dulce banda escocesa que poco tiene de er... oscura. Como aquel artefacto de hace dos siglos (gasp!), precursor de la cámara fotográfica y aliado secreto de muchos pintores naturalistas, la banda lidereada por Tracyanne Campbell es una joya preciosa salida de otro tiempo. Para su desgracia, siempre serán comparados con Belle & Sebastian, pero en estas épocas ¿quién se libra de esa influencia? Y para ese caso... ¿qué mejor comparación?

Su nueva producción, Let´s Get Out of This Country, les ha ganado un poco más de credibilidad. Ya no son sólo esa bandita apoyada por los bellos y sebastianos, se perfilan como una de las mejores agrupaciones de pop del Reino Unido. Apoyando este lanzamiento, que poco apoyo necesita cuando está incluído prácticamente en todas las listas de lo mejor del 2006, Camera Obscura se ha lanzado en una gira mundial que hace apenas un año hubiera sido difícil de concebir.

Con este disco bajo el brazo los escoceses harán bailar a los hipsters mexicanos el 10 de febrero en el recién remodelado y renombrado Polyforum Siqueiros, ubicado debajo del World Trade Center. Un mejor lugar es casi imposible. Los boletos están a 250 pesos, y los pueden conseguir via Smart Ticket o al 3095 8585.

Hey, Camera Obscura, I'm ready to be heartbroken!

enero 11, 2007

DISCO NUEVO
Wincing the Night Away, The Shins









Wincing the Night Away
The Shins
2007, Sub Pop.
Género: indie rock



Hay un dicho de abuelita que me parece sabio, como la mayoría de los dichos de abuelita: "Más puede un cabello de mujer, que una junta de bueyes". Cuando Natalie Portman le pone los audífonos a Zach Braff en Garden State y sonríe diciéndole "You gotta hear this one song. It'll change your life. I swear", no sabía que estaba catapultando la carrera de los Shins a niveles inesperados, casi mágicos. O tal vez sí lo sabía, dado que Braff, escritor y director de la película, es amigo de piquete en la panza con la banda de Nuevo México, y aunque la inclusión de New Slang en el soundtrack fuera tan sólo un detalle amistoso, a mí me saca ronchas porque me siento usado por esa hermosa sonrisa de mujer vendiéndome una canción que es como un cheque sin fondos.

La carrera de The Shins ha sido de libro de texto para el indie norteamericano; adultos contemporáneos escriben canciones siguiendo el molde REM: letras sensibles, guitarras melódicas, niveles de producción que dejan mucho que desear. Bandas así, veinte años después del boom del college radio, las hay por docenas (Toad the Wet Sprocket, Guster, Minus 5, The Elected, American Analogue Set, etc.), y si no fuera por ese momento cinematográfico, ahí se hubieran quedado.

Wincing the Night Away no es ninguna sorpresa, pero tampoco es como si esperáramos eso de los Shins, después de dos discos donde nada sobresale, nada sorprende y nada innova. Una colección de tonadas melancólicas y sin gloria, o como Barry, de High Fidelity las llama: sad bastard music.

El tema, revelado sin mucho estilo por el título, son las largas noches de insomnio que James Mercer, vocalista y mente maestra de la banda, sufre desde hace años. Y así suena el disco, como una noche eterna, tortuosa de desvelo involuntario. Arrastrado, pesado y sin sentido, este nuevo trabajo por parte de la banda más sobreestimada del planeta es tal vez su peor momento, gracias a la repetición al infinito de su modus operandi. No hace falta una investigación al estilo CSI para darse cuenta que este pobre disco murió de aburrición.

'Shin' se traduce como espinilla, esa parte tan insulsa de nuestra anatomía que duele como un demonio cuando la patean. Un nombre perfecto para una banda insulsa que duele como patada cuando la escuchas. Si tan sólo tuvieran un poco de los labios, los ojos, la sonrisa de Natalie Portman, serían un hito, pero hoy, con Wincing the Night Away, siguen siendo una más entre tantas bandas gringas que suenan a lo mismo. Podrían, además de una espinilla, ser un codo, una axila o un dedo del pie... vaya, una de esas partes del cuerpo que sólo los fetichistas encuentran interesantes.

enero 08, 2007

EN BUSCA DEL SONIDO PERDIDO
Scheer




...cuando se alaba un disco brillante como Fear is on Our Side de I Love you but I've Chosen Darkness, siempre es esencial volver a recorrer ciertos senderos...



Es 1996. En el panorama de la música inglesa todavía se siente el peso del Nevermind, Goldie es Dios (junto con Björk) y los hermanos Gallagher han asumido el papel mesiánico del pop británico. Y tal vez los mejores días del sello 4AD se han ido (ya no hay Pixies, Throwing Muses, el mejor sonido de los Cocteau Twins es sólo un eco glorioso y al final de cuentas había que conformarse con los Ep's de Pale Saints y ciertos acordes gloriosos, siempre a cuentagotas, de Lush). Entonces una discreta banda de Irlanda hace aparición: Scheer. Infliction es el disco de canciones de pulso narcótico: vitalidad que cabe en estructuras perfectas de tres minutos y medio y que iluminan una euforia inmensa. Una portada que recobra el trabajo de Nicola Schwartz (Skin Series 1994 y Inside Series 1994-96)) para mostrar una cicatriz/o un firmamento doloroso. Once canciones (más un bonus track escondido) de una banda que merecía la fama por abrirse paso con letras llanas y simples, pero a la vez melancólicas. La hermosa voz Audrey Gallagher era un confesionario rotundo:

In my next life I won’t,
Listen to anyone,
Who says that they can give you,
More than I can,
All I have, all I have.

("In your Hand")

Es obvio que aprovecharon sus circunstancias/influencias inmediatas (Nirvana, Soundgarden, Pixies, Sonic Youth) y su breve recorrido musical jamás se empañó de pretensiones de los seguidores de My Bloody Valentine. Scheer jamás aportó un sonido desafiante o espontáneo, pero su presencia en esos años fue un encantador inventario de sonidos de asombrosa precisión. Y de pronto coros que reclaman prisiones sentimentales...


If I stayed here any longer,
I’d be drowning in your arms,
I’d be wrapped around your fingers
I would die, die.

("Demons")


Scheer sacaría muchos años después su segundo disco. La fuerza se había ido. El trato de la candidez contagiosa ya no existía. Aún hoy, Infliction es una joya que merece rescatarse para que cierta electricidad llegue al corazón.

Para ver:


Scheer: Wish You Were Dead