RESEÑA
Jay Jay Johanson, Salón Covadonga, D.F.
23 de mayo 2008
La noche del pasado viernes, el Salón Covadonga presentaba un lleno normal para una noche de fiesta. Sin embargo, subiendo las escaleras de mármol al primer piso, comenzaba a enrarecerse el ambiente con una electricidad peculiar, y en las sonrisas de los asistentes podíamos prever una noche fantástica.
Ya tarde, cerca de las 12 y media de la noche, el sonido ambiental se fue apagando, y todos en ese salón oscurecido volteamos al escenario. Sobre él, uno a uno, surgieron cuatro figuras muy blancas, fantasmales. Era Jay Jay Johanson y su pequeña troupe de magos musicales. La euforia del público se hizo presente desde un inicio, se mantuvo y fue creciendo conforme el trovador sueco iba engatuzándonos a todos con su dulce voz y las bellas armonías del bajo y teclados que lo acompañaban.
De ojito cerrado en las canciones, y sonrisa amplia entre ellas, Johanson se veía sumamente emocionado por regresar al país donde ocho meses atrás, había llegado a cantar con mil contratiempos a una barranca polvosa y como segundo plato de Björk.
Esta vez, en un lugar tan cálido, apenas con unas 500 personas frente a él, decidió ofrecernos una velada romántica, éterea, para verdaderos fans que corearon cada una de las canciones que los músicos tendían sobre nosotros como una manta acogedora. La figura delgada de Jay Jay hipnotizaba a todos, su liviandad se traducía en canto: el público lo atendía sin quitarle los ojos de encima.
Así, nos regaló varias de sus mejores canciones, entre las que sobresalieron She Doesn’t Live Here Anymore, Far Away, una versión silenciosa de On The Radio, I’m older now y She’s mine but I’m not hers.
De corta duración pero intensa sensibilidad, el concierto terminó entre efusivos aplausos y ahí nos quedamos un rato más para degustar lo que habíamos escuchado. Como un Eros moderno, Jay Jay bajó de su reino en los cielos para supervisar que todo estuviera bien en esa romántica noche.
1 Comments:
De los mejores conciertos en lo que va del año sin lugar a dudas. Y que bonita reseña Sr. Caballero, muy a la medida del concierto.
Un beso para usted.
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